Aromas de mar entran por la ventana, y despiertan mis sentidos. Tu cuerpo desnudo tapado ligeramente por la sábana blanca del hotel. Me levanto despacio de la cama, no quiero despertarte. Me acerco a la ventana y respiro profundamente, dejo que el aire salino invada mis pulmones, y yo le devuelvo el aire contaminado de mi pecho. Sé que no se va a quejar por este cambio, y me lo hace saber con el murmullo de las olas sobre la arena. Contempló como el sol va saliendo de su frontera marina, para colocarse en el cielo como el rey que es. Me giro lentamente y te observo, no encuentro diferencia alguna entre lo hermoso que acabo de ver y lo que veo tumbado en la cama, es como si aquellas imágenes se condensaran en tu figura. Me acerco a ti, tu estás de espaldas, toco tu pelo suave que se escapa entre mis dedos como la arena de la playa. Bajo mi mano hacia tu cuello notando tu piel caliente y sedosa, te aprieto suavemente, no quiero que te despiertes pero si me gustaría saber que estás soñando con el solo contacto de mis dedos. Las desplazó hacia los hombros mientras acerco mis labios a tu cuello y te doy un ligero beso. Me retiro y te sigo tocando, mientras paso mi lengua por mis labios donde se ha quedado el gusto salado de tu cuerpo. Te toco con delicadeza para que en tu sueño notes mágicas sábanas sedosas rozando tu figura. Toco tu espalda como pianista que toca una gran melodía, en el piano más perfecto que ha existido. Dejó de tocar te y miró debajo de la sabana que tapa la parte inferior de tu cuerpo. La visión que tengo me deja embelesado, comparó tu cuerpo desnudo con las dunas del desierto de Arabia. Una brisa entra por la ventana y tu piel se estremece mientras tu cuerpo se acurruca, vuelvo a taparte y me alejo de tu lado acercándome a la ventana y mirando hacia fuera pensando que gracias dioses de la mar, por dejarme compartir un trozo de vuestra grandeza, pues lo que tengo a mi lado es una parte que os he robado y que no pienso devolveros jamás, y diciendo esto cierro la ventana y me vuelvo a costar a tu lado.
La luz que entraba por la ventana era tenue. Tú te encontrabas frente a mí, tus ojos tenían un resplandor especial, mientras recitabas poemas que leías de Internet, no sabía lo que pensar de la escena, pero me parecía hermosa, como si un aura cubriera tu cuerpo e iluminara la habitación. Tu cabello negro, tus hombros al descubierto y tus labios moviéndose de forma rítmica sacando palabras que no eran tuyas pero que encajaban perfectamente, en tus labios. Tus ojos no se apartaban de la pantalla igual que los míos no se quitaban de ti. Cuando terminaste de leer, levantaste la mirada y me miraste con orgullo pues aquellas palabras eran dulces y tiernas, y despertaban en ti sentimientos olvidados pero que seguían escondidos en lo profundo de tú memoria. A tu espalda se encontraba la chimenea y maldecía que no fuera invierno, para que esta estuviera encendida, y que después de leer aquellas palabras necesitarás abrazarte a mí y poder sentir tu cuerpo entre mis brazos, en un intento de entrar en calor mientras las palabras leídas retumbaban en nuestro cerebro, y nos mirábamos con deseo y terminábamos haciendo el amor frente a la lumbre encendida. Aquello no podría ser, aunque mi imaginación volará más lejos de las estaciones, pues era verano y ante la naturaleza uno no puede pelear. Bajaste la mirada y continuaste recitándome poemas, mientras yo te miraba. Detrás de ti ya no había una chimenea sino un campo cubierto de flores y unas hermosas aves cantando. Borre aquella imagen de mi cabeza pues me pareció una escena de cuento de hadas, bonita sí pero demasiado pomposa. Intente imaginarme con muchos fondos que cuadraran con la escena, pero no encontré ninguno que se ajustará, hasta que me di cuenta de que no era necesario seguir buscando pues lo tenía ante mí. Era la chimenea, que aunque fuera un objeto del invierno seguía siendo la imagen más hermosa aunque hiciera calor. Y pasó el tiempo mientras tú seguías leyendo y yo te escuchaba, como si fueras un juglar recitándome sus poemas que llenaban tanto mi cuerpo como mi alma. Y el tiempo fue pasando y la noche invadió la habitación, levantaste los ojos del monitor y mirándome me dijiste creo que es hora de cenar no te parece, así que lo apagaste y te dirigiste a la cocina. Yo seguí perdido en mis fantasías y no me di cuenta de que te habías levantado y con voz que parecía salida del fondo del corazón, pensando que te tenía delante dije: Por favor, léeme una poesía más....
Perdido en mis pensamientos y en mi rutina diaria me encontraba deambulando por la calle sin rumbo fijo, no sabía dónde iba ni tampoco donde mis pies me llevarían así que me deje llevar por estos, hasta que me di cuenta de que estaba en tu calle. El corazón se me aceleró, sabía que podías estar asomada a la ventana, y pequeñas gotas de sudor que hasta entonces no habían salido empezaron a asomarse por mi frente. Como un resorte mi cuerpo medio curvado se puso erguido y mis pies que caminaban hacia fuera como los de un pingüino se pusieron rectos. Mis manos sudorosas se escondieron en mis bolsillos y mis ojos tímidamente se dirigieron hacia tu ventana para ver si allí te encontrabas. Mi paso se volvió seguro y firme como el de un militar desfilando el día de la fiesta nacional, una sonrisa me surgió al darme cuenta de lo que estaba haciendo, decidí que aquello no era natural en mí, entonces me relaje e intente ser yo mismo. Levante la vista y allí te encontrabas, brillante como siempre, con tu pelo negro, con tus labios sensuales y carnosos, con tu figura que me volvía loco. Llevabas una camiseta de tirantes, y dejabas que el aire jugará con tu pelo, pensé en ese instante quien fuera aire para poder tocarlo, para rozar tus labios y colarse por es camiseta para tocar tu cuerpo dulce y suave. Quería que te fijaras en mí, que tus ojos me miraran, deseando que algo sucediera, que en ese instante una anciana estuviera en peligro y yo correr a rescatarla para que me vieras hacer una acción heroica, pero como siempre no sucedía nada. Continué caminando esperando que me miraras que tus ojos aunque fueran por un instante se posaran en mi cara o que por lo menos vieras mi nuca mientras me alejaba. Mirando al frente sin querer mirar hacia ti pase por delante, imaginando que pensabas quien seria aquel chico interesante. Por fuera podría parecer un hombre seguro de mí mismo, pero por dentro estaba temblando, inseguro y parecía un niñato que quería llamar la atención de una princesa siendo un simple vagabundo. Sabía que podía estar haciendo el ridículo pero no me importaba, solo quería una mirada tuya. Cuando por fin hube pasado gire la cabeza para ver si me mirabas, pero o sorpresa mía desde detrás de las cortinas salió el cogiéndote por la cintura y dando te un beso en el cuello tú te volviste y le diste uno en los labios. Mi mundo de fantasía se derrumbó y aquel cuerpo altivo y seguro se encorvó y mis pies se abrieron y empecé a caminar como Chaplin en alguna de sus películas. Una gran tristeza nubló mis pensamientos y estuve a punto de ponerme a llorar. De repente un pensamiento cruzó mi mente, y una sonrisa se dibujó en mi rostro, la calle siempre estaría allí, igual que tu ventana, igual que tu casa ya que esas son cosas fijas e inamovibles, así que tú siempre estarías allí mirando por la ventana y yo siempre pasaría esperando verte y que tu te fijaras en mí, esperando hacer algo que llamará tu atención. Mañana será otro día, deseando que por fin te fijes en mí.
Cuenta la leyenda, que la locura decidió un día visitar la tierra. Su hermana la sabiduría le dijo que lo hiciera, ya que la locura estaba triste pues pensaba que ella era la responsable todos los males que en ella reinaban. Bajo a la tierra con forma de viento para poder desplazarse y no dejar ni un lugar que visitar. Viajo, viajo y observó al hombre durante días y volvió a su reino, con una sonrisa en la cara. La sabiduría le preguntó por su alegría y esta le respondió: “ Yo pensaba que mi presencia hacia que el hombre hiciera cosas malas, pero me di cuenta de que inspiró al artista, al cineasta, al idealista... llaman loco al que quiere cambiar las cosas, al que aporta novedades, al que propone teorías de cambiar la sociedad, la gente hace locuras por amor. Sé que tengo mi lado oscuro y que si se me utiliza demasiado puedo ser perjudicial, no seré perfecta, pero soy el complemento que el hombre necesita”. La sabiduría le miró con una sonrisa y cogiéndola de la mano le dijo: “Somos hermanas y creo que eso lo dice todo”.