Pablo Neruda ( 1904-1973 ) |
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Poemas de amor y una canción desesperada
La
canción desesperada
Emerge
tu recuerdo de la noche en que estoy.
El
río anuda al mar su lamento obstinado.
Abandonado
como los muelles en el alba.
Es
la hora de partir, oh abandonado!
Sobre
mi corazón llueven frías corolas.
Oh
sentina de escombros, feroz cueva de náufragos!
En
ti se acumularon las guerras y los vuelos.
De
ti alzaron las alas los pájaros del canto.
Todo
te lo tragaste, como la lejanía.
Como
el mar, como el tiempo. Todo en ti fue naufragio!
Era
la alegre hora del asalto y el beso.
La
hora del estupor que ardía como un faro.
Ansiedad
de piloto, furia de buzo ciego,
turbia
embriaguez de amor, todo en ti fue naufragio!
En
la infancia de niebla mi alma alada y herida.
Descubridor
perdido, todo en ti fue naufragio!
Te
ceñiste al dolor, te agarraste al deseo.
te
tumbo la tristeza, todo en ti fue naufragio!
Hice
retroceder la muralla de sombra,
anduve
más allá del deseo y del acto.
Oh
carne, carne mía, mujer que amé y perdí,
a
ti en esta hora húmeda, evoco y hago canto.
Como
un vaso albergaste la infinita ternura,
y
el infinito olvido te trizó como a un vaso.
Era
la negra, negra soledad de las islas,
y
allí, mujer de amor, me acogieron tus brazos.
Era
la sed y el hambre, y tú fuiste la fruta.
Era
el duelo y las ruinas, y tú fuiste el milagro.
Ah
mujer, no se como pudiste contenerme
en
la tierra de tu alma, y en la cruz de tus brazos!
Mi
deseo de ti fue el más terrible y corto,
el
más revuelto y ebrio, el más tirante y ávido.
Cementerio
de besos, aún hay fuego en tus tumbas,
aún
los racimos arden picoteados de pájaros
Oh
la boca mordida, oh los besados miembros,
oh
los hambrientos dientes, oh los cuerpos trenzados.
Oh
la cópula loca de esperanza y esfuerzo
en
que nos anudamos y nos desesperamos.
Y
la ternura, leve como el agua y la harina.
Y
la palabra apenas comenzaba en los labios.
Ese
fue mi destino y en él viajó mi anhelo,
y
en él cayó mi anhelo, todo en ti fue naufragio!
Oh,
sentina de escombros, en ti todo caía,
qué
dolor no exprimiste, qué olas no te ahogaron!
De
tumbo en tumbo aún llamaste y cantaste.
De
pie como un marino en la proa de un barco.
Aún
floreciste en cantos, aún rompiste en corrientes.
Oh
sentina de escombros, pozo abierto y amargo.
Pálido
buzo ciego, desventurado hondero,
descubridor
perdido, todo en ti fue naufragio!
Es
la hora de partir, la dura y fría hora
que
la noche sujeta a todo horario.
El
cinturón ruidoso del mar ciñe la costa.
surgen
frías estrellas, emigran negros pájaros.
Abandonado
como los muelles en el alba.
Sólo
la sombra trémula se retuerce en mis manos.
Ah
más allá de todo. Ah más allá de todo.
Es
la hora de partir. Oh Abandonado!
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