Antonio Machado ( 1875 - 1939 ) |
El Poeta
Maldiciendo
su destino
como
Glauco, el dios marino,
mira,
turbia la pupila
de
llanto, el mar, que le debe su blanca virgen Scyla.
Él
sabe que un Dios más fuerte
con
la sustancia inmortal está jugando a la muerte,
cual
niño bárbaro. El piensa
que
ha de caer como rama que sobra las aguas flota,
antes
de perderse, gota
de
mar, en el mar inmensa.
En
sueños oyó el acento de una palabra divina;
en
sueños se le ha mostrado la cruda ley diamantina,
sin
odio ni amor, y el frío
soplo
del olvido sabe sobre un arenal de hastío.
Bajo
las palmeras del oasis el agua buena
miró
brotar de la arena;
y
se abrevó entre dulces gacelas, y entre los fieros
animales
carniceros.....
Y
supo cuánto es la vida hecha de sed y dolor.
Y
fue compasivo para el ciervo y el cazador,
para
el ladrón y el robado,
para
el pájaro azorado,
para
el sanguinario azor.
Con
el sabio amargo dijo : Vanidad de vanidades,
todo
es negra vanidad;
y
oyó otra voz que clamaba, alma de sus soledades :
sólo
eres tú, luz que fulges en el corazón verdad.
Y
viendo cómo lucían
miles
de blancas estrellas,
pensaba
que todas ellas
en
su corazón ardían.
¡Noche
de amor!
Y
otra noche
sintió
la mala tristeza
que
enturbia la pura llama,
y
el corazón que bosteza,
y
el histrión que declama
Y
dijo : Las galerías
del
alma que espera están
desiertas,
mudas, vacías:
las
blancas sombras se van.
Y
el demonio de los sueños abrió el jardín encantado de
ayer.
¡Cuán bello era!
¡Qué
hermosamente el pasado
fingía
la primavera,
cuando
del árbol de otoño estaba el fruto colgado,
mísero
fruto podrido,
que
en el hueco acibarado
guarda
el gusano escondido!
¡Alma,
que en vano quisiste ser más joven cada día,
arranca
tu flor, la humilde flor de la melancolía!
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