Camino
en tus brazos
de
mujer forzuda.
Nado
en tu vientre
de
sal marina.
Me
sumerjo en tus piernas
de
húmedas cuevas
que
me hacen perder la razón.
Meces
mis sentidos
con
tus largas mareas
que
la luna baña,
como
mantas de luna.
Tu
serenidad es mi calma
tu
furia mi desgracia
pues
en tus largas manos
me
manejas y me destruyes,
como
si fuera un insecto
en
las manos de un gigante.
Y
aun así te quiero, te añoro,
pues
entre tus olas blancas de espuma
me
quiero perder,
pues
no hay mejor manera
que
morir que acunado
por
tus dulces sonidos de sirena.
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