Trilogía de Cine ( La sala, el solitario y los amantes ). LOS AMANTES



Esperaba que aquel día fuera algo especial, ya casi no me acordaba de lo que era estar junto a ella,sentirla entre mis brazos, tocarla con mis manos, besarla sin que nadie nos molestara. Todo estaba preparado para que esto sucediera, mis padres habían salido aquella tarde y suponía que no volverían hasta avanzada la noche, pues me habían comentado que después de ir a comprar cenarían fuera de casa. Se me presentaba la oportunidad de poder recorrer con mis dedos su cuerpo y notar su figura entre mis manos. Cogí el teléfono y la llame, comentandole el plan de comer una pizza en mi casa y ver luego una película, no me costo convencerla, pues ella también tenia ganas de estar conmigo y  la cena le daba igual, y la película no le interesaba, pues estaríamos solos.y  nos podríamos perder entre los cojines del sofá de mi casa. Sabía que aquello podría ser arriesgado si mis padres nos pillaban pero me daba igual, pues yo solo quería tenerla cerca de mi, ya fuera encima, debajo o aun lado, solo quería sentir su cuerpo junto al mio.
Quedamos a las siete y aun quedaban dos horas, maldito tiempo que lento transcurres cuando esperas y que rápido marchas cuando disfrutas. Empecé a hacer cosas pensando que así todo pasaría más rápido, ordene mi habitación, no fuera que acabáramos allí y ella viera en el desorden en el que vivo. Mire en el cajón para ver si allí estaban los preservativos que mi padre me había dado hace tiempo, con un discurso y una sonrisa maliciosa. Fui al comedor y limpie un poco el polvo, no se que polvo si mi madre era una perfeccionista de la limpieza, además si me hubiera visto seguro que hubiera pensado dos cosas o mi hijo esta loco o esta enamorado y hubiera acertado en la segunda cosa. Me senté y me puse a esperar, pero algo me faltaba y no sabía que, hasta que me dio por olerme la camiseta,  ¡ Dios no me he duchado !. Es increíble pero fue aquí  cuando el tiempo se transformo en relámpago, pues según me duchaba los segundos no parecían segundos, sino pequeños destellos que hacían que el la hora se acercara. El timbre sonó cuando me  estaba poniendo la ropa, como puede ser aún teniéndolo todo preparado, al final ella tuviera que esperar. Le abrí la puerta del patio sin decir palabra y como una flecha me fui al recibidor con la manos sudorosas y el corazón a punto de salir corriendo de mi cuerpo. El ascensor se paró y el timbre sonó, por un momento parecía que el tiempo se detuviera, que todo sucedía a cámara lenta, abrí la puerta y sorpresa............... Allí se encontraba ella junto a mis padres. A nadie le paso desapercibida la cara de tonto que se me quedo y las intenciones que yo tenia. Mi madre puso cara de inquisidora reprochandome  con los ojos aquello que su imaginación pensaba, en cambio mi padre me miraba con una sonrisa en los labios. Estuve a punto de decirle que no todos los hombre eramos iguales, aunque en aquel caso seria mentirme, si me acordaba de lo que había dejado preparado en mi habitación. Sin mediar palabra con mis padres la cogí de la mando y la lleve al ascensor.
Mirando hacia atrás dije :

- Bueno nos vemos papas, vamos a cenar y luego daremos una vuelta, no llegare tarde a casa.

Dicho esto entre y cerré la puerta.

Sabia que cuando volviera tendría una pequeña charla, pero no me importaba quería salir de allí lo antes posible, quería estar con ella a solas.

- El ascensor no se mueve solo- me dijo mientras me señalaba los botones que estaban en la pared.

- Es cierto perdona - apreté el botón y vi como todo aquel plan tan elaborado se alejaba se perdía como una nube de humo en el infinito.La mire a la cara, y puede observar una dulce sonrisa.

- Menuda manera tienes de darle esquinazo a tus padres, seguro que cuando vuelvas algo te dirán.

- Supongo, pero me da igual si puedo estar a solas contigo.

Una sonrisa se dibujó en su rostro.

Una vez estuvimos en la calle, comenzamos a hablar de aquello como si de una gran aventura se tratara, cuando solo habían sido unos segundos de fuga.
Con las prisas no había cogido la cartera, por lo que no tenía dinero. Menudo caballero era que no podía invitar  a su dama a cenar. Cuando se lo dije se puso a reír, me dijo que los caballeros eran del pasado y el que tenia dinero era el que invitaba, eso si la próxima vez me tocaba a mi.
Su economía no era mucha, pues según lo planeado era una noche de poco gastos, así que nos dio para unas hamburguesas, pero aquello me daba igual mientras ella estuviera  mi lado. estuvimos andando un rato y no se porque le conté lo que tenia planeado , lo de sentarnos delante de la televisión y fundirnos entre besos y abrazos. Mientras se lo contaba ella se paro, habré dicho algo incorrecto y ahora es cuando me abofetea y se aleja de  mi gritando, ¡ Menudo pervertido eres !, pero no fue así simplemente me señaló hacia un cine que se encontraba en la esquina.

- Ahí tenemos la película, y las salas de estos cines son como comederos, podemos continuar lo que no hemos empezado.

Mire hacia el cine y una sensación  excitante recorrió todo mi cuerpo.

- Pero ya no nos queda dinero.

- A veces pareces que eres un poco tonto, una chica prevenida, siempre lleva algo de dinero encima en reserva por lo que pueda pasar.

Me cogió de al mano y me dirigió a la taquilla, allí se encontraba con cara de aburrido, hoy estaba claro no había sido un día muy concurrido. estuve mirando las películas durante un rato, pensando cual seria la más aburrida, para que lo que sucediera en la pantalla no nos interesara y nos centráramos en meternos mano, en besarnos en la oscuridad del cine, sin importarnos nada más que nuestras caricias y abrazos. ella eligió por mi.

- Deme dos entradas para la sala diez.

No me dio tiempo a ver de que película se trataba, pues según horario estaba apunto de empezar. Me cogió de la mano y me arrastró hacia el ascensor y subimos al segundo piso, entre sus manos yo era una pluma guiada por su manos. Entramos en la sala, que ya estaba a oscuras, pero no vacía, ya que en el centro de ella se encontraba una figura solitaria con sus palomitas. se giró por un instante, nos miró y se sumergió en su cubo de maíz. Siempre había pensado que el cine tenía su una magia especial, algo que nos trasladaba a lugares más allá de la realidad, pero ahora aquello me da va igual, yo no quería ser transportado a ningún lugar, pues en aquel instante yo solo quería besar a la realidad en forma de mujer que me cogía de la mano y me llevaba a las butacas del fondo. Nos sentamos  y nos miramos a los ojos, nuestras cabezas se fueron acercando y nuestros labios se encontraron a medio camino, la película había comenzado y en ese momento pensé que mágico es el cine y se hizo un fundido en negro.

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