Tu Ventana



Perdido en mis pensamientos y en mi rutina diaria me encontraba deambulando por la calle sin rumbo fijo, no sabía dónde iba ni tampoco donde mis pies me llevarían así que me deje llevar por estos, hasta que me di cuenta de que estaba en tu calle. El corazón se me aceleró, sabía que podías estar asomada a la ventana, y pequeñas gotas de sudor que hasta entonces no habían salido empezaron a asomarse por mi frente. Como un resorte mi cuerpo medio curvado se puso erguido y mis pies que caminaban hacia fuera como los de un pingüino se pusieron rectos. Mis manos sudorosas se escondieron en mis bolsillos y mis ojos tímidamente se dirigieron hacia tu ventana para ver si allí te encontrabas. Mi paso se volvió seguro y firme como el de un militar desfilando el día de la fiesta nacional, una sonrisa me surgió al darme cuenta de lo que estaba haciendo, decidí que aquello no era natural en mí, entonces me relaje e intente ser yo mismo. Levante la vista y allí te encontrabas, brillante como siempre, con tu pelo negro, con tus labios sensuales y carnosos, con tu figura que me volvía loco. Llevabas una camiseta de tirantes, y dejabas que el aire jugará con tu pelo, pensé en ese instante quien fuera aire para poder tocarlo, para rozar tus labios y colarse por es camiseta para tocar tu cuerpo dulce y suave. Quería que te fijaras en mí, que tus ojos me miraran, deseando que algo sucediera, que en ese instante una anciana estuviera en peligro y yo correr a rescatarla para que me vieras hacer una acción heroica, pero como siempre no sucedía nada. Continué caminando esperando que me miraras que tus ojos aunque fueran por un instante se posaran en mi cara o que por lo menos vieras mi nuca mientras me alejaba. Mirando al frente sin querer mirar hacia ti pase por delante, imaginando que pensabas quien seria aquel chico interesante. Por fuera podría parecer un hombre seguro de mí mismo, pero por dentro estaba temblando, inseguro y parecía un niñato que quería llamar la atención de una princesa siendo un simple vagabundo. Sabía que podía estar haciendo el ridículo pero no me importaba, solo quería una mirada tuya. Cuando por fin hube pasado gire la cabeza para ver si me mirabas, pero o sorpresa mía desde detrás de las cortinas salió el cogiéndote por la cintura y dando te un beso en el cuello tú te volviste y le diste uno en los labios. Mi mundo de fantasía se derrumbó y aquel cuerpo altivo y seguro se encorvó y mis pies se abrieron y empecé a caminar como Chaplin en alguna de sus películas. Una gran tristeza nubló mis pensamientos y estuve a punto de ponerme a llorar. De repente un pensamiento cruzó mi mente, y una sonrisa se dibujó en mi rostro, la calle siempre estaría allí, igual que tu ventana, igual que tu casa ya que esas son cosas fijas e inamovibles, así que tú siempre estarías allí mirando por la ventana y yo siempre pasaría esperando verte y que tu te fijaras en mí, esperando hacer algo que llamará tu atención. Mañana será otro día, deseando que por fin te fijes en mí.



3 Comentarios

  1. Cuantas veces soñamos con lo que hay detrás de una ventana. un abrazo

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  2. Ciertamente es así, siempre dejando volar nuestra imaginación. Un saludo

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  3. Delicioso relato. Has retratado a la perfección esas fantasías tan propias de la adolescencia. Te prometo que, de joven, también imaginaba que alguien intentara robar a la chica que me gustaba y yo se lo impedía. En fin, fantasías... Lo dicho, delicioso

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