Nacemos
en un mundo en el que nadie nos ha pedido permiso para nacer. Vivimos
una vida que a lo mejor no es la que nos gustaría vivir. Vemos la
luz en una época que no es la nuestra, añorando otros tiempos y
otros lugares. Sentado en aquel bar y como siempre con una copa en la
mano empiezo a filosofar solo, ya que en estos días nadie quiere
hablar de la vida y menos con un borracho que ha decidió dejar esta
en manos de la suerte de una botella. Dónde están aquellos tiempos
donde un hombre entraba en una taberna y podía conversar con todo el
mundo sobre el sentido de la existencia sin importarle a nadie
si estabas borracho o lucido, si eras pobre o rico, lo único que la
gente quería era conversación sobre las cosas cotidianas y
transcendentales de la vida.
Levanto
mi copa por última vez antes de abandonar aquel antro, acercó el
vaso a mis labios y saboreo el licor en mi lengua y el ardor del
alcohol en mi garganta. Cuando apuro la bebida veo una figura a
través del fondo del vaso, estaba distorsionada por el efecto del
vidrio, aun así mis ojos creen que conocen aquella silueta. Dejó el
vaso sobre la barra y la empiezo a observar. Mi corazón empezó a
palpitar rápidamente, aquella chica que allí se encontraba sentada,
en algún sitio la había visto, no sabía dónde pero mi yo interior
así me lo decía. Mis dedos me decían que ya había tocado su piel
blanca, mis labios decían que ya había besado aquellos labios
carnosos y perfilados, mis oídos decían que ya habían oído antes
el ruido de su pelo negro al rozar con el aire. Siempre había
pensado que la vida era como una tela de araña, que todos estamos
comunicados entre si ya sea en el presente, en el futuro o en el
pasado. Sabía o creía saber que alguna vez estuve enamorado de
aquella escultura perfectamente tallada, que su cuerpo había sido
mío y que entre sus brazos yo me había perdido.
Algo
malo tuve que hacer en otra vida para que ella se encontrara tan
cerca de mí y a la vez tan distante en el tiempo.
Mis
ojos intentaron ubicarla en alguna época, como si se tratara de
aquel juego al que a una figura de cartón le ibas poniendo trajes mi
mente la vio vestida de romana, de doncella, de campesina, de
monja.......hice una pausa y por fin me di cuenta donde
encajaba, su cuerpo era un perfecto vestido de los años treinta.
Allí es donde nuestras vidas se cruzaron o donde nuestros destinos
se alejaron. Todo empezó a darme vueltas y aquel bar de repente se
convirtió en una sala de baile, en cuyo centro estaba ella bailando
como si nadie estuviera su alrededor como si todos los de allí
hubiéramos desaparecido y ella fuera el centro del universo.
Aquellas imágenes despertaron en mi antiguos recuerdos olvidados de
vidas pasadas. Pero todo sueño o recuerdo tiene un final y este
llegó cuando el dueño del bar me recordó que tenía que salir de
allí. Mire hacia la mesa donde ella estaba, pero no había nadie, en
el tiempo que había estado recordando mi pasado ella había
desaparecido. Una tristeza lleno me corazón pero a la vez mi mente
me dijo las cosas no suceden porque si, a lo mejor tu destino era
volver a verla, sentir lo que sentiste, amar lo que amaste.
Abandone
aquel lugar tambaleándome como el borracho que era. Llegue a mi casa
y me senté delante del ordenador, el cual estaba encendido, en la
pantalla había una hoja en blanco. Mis dedos temblaban por el
alcohol, y mi cabeza daba mil vueltas, haciendo que la habitación
girara a mi alrededor. Suspire profundamente y los finos hilos que
enlazan el presente con el pasado dirigieron mis dedos al teclado y
escribí las primeras letras recordando su baile y a partir de aquí
no pude parar pues mi vida y su vida en algún momento estuvieron
enlazadas y querían que escribieran lo que fue nuestras vidas
pasadas en aquella hoja en blanco recordando lo olvidado.
5 Comentarios
Muy interesante, perdimos por el camino la ingénua costumbre de hablar con desconocidos en un bar. Posiblemente por desconfiados.
ResponderEliminarsaludos.
Correcto. Un saludo.
ResponderEliminarIndividualismo, deshumanización, desconfianza, todo un cóctel que invita a la soledad, Historias entretejidas que fueron ayer. Muy bien narrado. Besos!!
ResponderEliminarMe gustaría saber si la bebida, el beber mejor dicho, nos hace mejores escritores, despierta la musa, o elimina los reparos y así nuestros textos se vuelven más sinceros, más desinhibidos, más verdaderos en una palabra. hay muchísimos ejemplos en la literatura de que esto es así, mira Hemingway, por ejemplo, escritor genial desde mi punto de vista, ¿pero cómo acabó su vida? No hay derecho. Cuando uno escribe como un dios, se debe a toda la humanidad, cuando uno tiene algo tan importante que decirnos, no puede desaparecer en la nada porque así le da la gana o a esto le empuja el alcohol. ¡No hay derecho! Y tú que tienes tanto talento, espero que esto solo lo hayas dicho porque sonaba mejor, porque la historia iba de esto, de la perdición, de la vida sin sentido, de la inmersión en recuerdos pasados que nunca volverán y no de una realidad que te toca vivir. ¡Éxitos y suerte!
ResponderEliminarTheo todo es pura imaginación, que solo necesita inspiración que no se esconde en el fondo de ningún lugar solo en la mente y los recuerdos.
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