La
cabeza sobre los brazos, posada sobre la mesa. El aire era agradable,
el sueño de la siesta me había invadido, pero antes de cerrar los
ojos, la vi, una diminuta figura delante de mí, era una hormiga. En
la posición en la que me encontraba parecía que fuera gigante, lo
cual me hubiera asustado, si no hubiera pensado que era un efecto
óptico. Una idea me invadió la cabeza, voy a escribir sobre la vida
de tan pequeño ser. Cogí papel y lápiz y comencé a escribir hasta
que las palabras empezaron a desaparecer, hasta que no supe que
poner, pues la hormiga había desaparecido. Cuando creía todo
perdido, pues la inspiración me había abandonado, apareció de
repente al lado de mi brazo, parecía perdida, desorientada, pero aun
así vi que tenía un objetivo, acercase a la hoja en la que yo había
escrito sobre ella. Subió por el lateral del lápiz, y me quede
mirándola, pensando que si la observaba, ella me podría aportar
sentido a mis palabras. Empezó a caminar sobre la hoja, como si
estuviera leyendo, ya que entre las letras se desplazaba y parecía
que se detenía cuando una no entendía. Sorprendido, quise ver en
ella algún símbolo de aprobación, que levantara sus antenas,
cuando algo le gustara o no mostrara su aprobación. Aquellos seres
diminutos nunca me habían gustado, su vida ordenada y monótona, con
ese carácter militar no me parecía atractiva, pero aquella, en
especial parecía la rebelde, la que quería salirse del camino
establecido, la que no iba en grupo la que estaba leyendo mis
palabras. Me hubiera gustado comunicarme con ella, que me contara, si
lo que leía le gustaba o era pura basura. Que lastima no conocer el
lenguaje de los insectos, de repente se paró, parecía que ya había
acabado de leer o eso me pareció, se bajo de las hojas, miro hacia
atrás y se fue. No me dio su opinión, solamente se alejó. La seguí
con la mirada para ver donde se dirigía y al cabo de un rato la
perdí de vista cuando se ocultó bajo unas hojas.
Cual
seria su criterio, nunca lo sabré, lo único que puedo asegurar, es
que mis palabras no le gustaron, pues no llego a leerlas todas. Rompí
la hoja, después de que su fuera y puse mi cabeza entre mis brazos y
cerré los ojos, mientras pensaba que mi literatura a las hormigas no
gustaba.
11 Comentarios
Que hermoso relato. Me ha encantado. Un cordial saludo.
ResponderEliminar¡¡Excelente narración, Carlos!! 😊
ResponderEliminarGracias a los dos, por vuestras palabras.
ResponderEliminarEres gran escritor Carlos Martínez: de algo tan chiquito o de casi nada, haces un mundo quiero decir, llenas una página con tu imaginación tan bien servida en copas de fina talla: tus palabras.
ResponderEliminarGracias, muchas gracias por tus palabras. Un fuerte saludo.
ResponderEliminarP.D. No soy un gran escritor solo un triste contador de historias cotidianas.
Me encanto un relato corto que me atrapó genial
ResponderEliminarMuy lindo relato, Carlos. Será que las hormigas tienen el gusto alterado?
ResponderEliminarAunque no soy hormiga, también me detuve para leer tus líneas, y a diferencia de la susodicha, te leí hasta el final, y no me arrepiento.
ResponderEliminarContinúa compartiendo tus impresiones...
¡FELICES FIESTAS!
¿será que quería que le escribieras a ella, y no que escribieras de ella? Creo que olvidaste que esa hormiga... era mujer
ResponderEliminarBuen relato Carlos. Felicitaciones!
ResponderEliminarFantástico.
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